Pensamiento lateral.
El ocaso de un gobernante.
Por:
Miguel Á. Martínez Castillo. (*)
En este ocaso
de mi vida sólo un deseo me queda: la dicha de mi país, la dicha de los míos
Porfirio Díaz (1830-1915). Ex Presidente de México.
Durante la
década de los treinta del siglo pasado, cuando arribó a la Presidencia de la
República, Lázaro Cárdenas creo un nuevo código que hasta la actualidad sigue
vigente: el presidencialismo institucional.
Éste consistía en que el gobernante en turno tendría todo el poder: poder
sobre el Congreso, el Poder Judicial, incluso sobre la misma ley. En resumen, la ley era el Presidente. Por sus manos pasaban las designaciones de
los Gobernadores, Senadores, Diputados, Magistrados, etc. Su poder era omnipresente, pero sólo tenía una
limitante: era temporal.
Su poder
era exacerbado, creaba, modificaba o anulaba leyes a su antojo, en los días de
su informe era júbilo nacional porque era el
día del Presidente. Todo era
permitido pero sólo por 6 años. Podía incluso
nombrar a su sucesor pero ello no eliminaba la regla de oro de la temporalidad.
Cuando la
alternancia llegó a la Presidencia, ese poder omnipresente se trasladó a los
estados. Los Gobernadores se volvieron
pequeños señores feudales en sus tierras y hacían de manera idéntica, tal y
como lo habían aprendido en la escuela presidencial. Sin embargo, la alternancia también alcanzó a
los estados e, irónicamente, ésta se transfiguró por gente formada en la
escuela partidista que había dominado el país por siete décadas, sólo que con
la bandera de la oposición.
El pasado 5
de junio la configuración del poder político en México mermará sin duda la
capacidad negociadora del Presidente de la República, pues 7 entidades de las
12 donde hubo elección de Gobernador quedarán ahora en manos de la oposición,
destacando los estados de Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz, por el hecho simple
de que nunca un partido distinto al PRI había gobernado (en las dos últimas
señaladas).
Pasadas las
elecciones y conocidos los resultados, hay más de un gobernante preocupado por
lo que su sucesor pueda hacerle en contra.
El principio rector de la gubernatura
institucional (término acuñado para distinguirlo del presidencialismo institucional) se rompió pues el nuevo gobernante
no es de su partido. A esta acción, hubo
una reacción, y esa reacción hoy está teniendo consecuencias sociales:
manifestaciones en Veracruz, Chihuahua y particularmente Quintana Roo se han
presentado por las iniciativas que al menos dos mandatarios (de Veracruz y
Quintana Roo) están buscando que sus congresos aprueben con la finalidad de
tener protegidas sus espaldas.
¿Qué ha
orillado al Congreso de Quintana Roo a aprobar, entre otros temas, a un nuevo Auditor
Superior, magistrados supernumerarios y a un nuevo Fiscal General? ¿Por qué
tuvieron que convocar a un período extraordinario para hacer estas reformas a
la Constitución estatal y leyes secundarias, justo cuando está por finalizar la
legislatura? ¿Por qué no dejar al nuevo gobierno y la siguiente legislatura las
negociaciones para los nombramientos?
Sin duda
que la razón de fondo es política y obedece a que el Gobernador saliente pretende
irse protegido. Si bien el Congreso está facultado –no hay que pasar por alto
esto último- para aprobar las reformas e incluso para nombrar a un nuevo
Auditor Superior, no menos cierto es que los legisladores han dado muestra muy
clara de su nula independencia del Poder Ejecutivo. Ya no decir de los Ayuntamientos, que en
sesiones fast track, aprobaron las
modificaciones constitucionales para la creación de la Fiscalía General (a
excepción de Cozumel y falta por conocer el resultado de Othón P. Blanco que
hasta la elaboración de esta editorial no han sesionado) y hacer evidente su
carente autonomía.
Pero además
de ello, hay que agregar que los nombramientos de un Fiscal General –que estará
por 9 años-, un Auditor Superior –que durará 7 años- y un Magistrado del
Tribunal Superior de Justicia, requieren de la participación social, en el
sentido de expresar sus puntos de vista.
Me refiero a los Colegios de Abogados, de Contadores Públicos y de
profesionistas que están involucrados en el ámbito. Dado que, si nos apegamos a la ley como
sostienen los legisladores en su derecho de designar a estos servidores
públicos, se debería escuchar y valorar los perfiles profesionales para cada
cargo, y ello requiere tiempo, más tiempo de lo que pretenden tomar los
diputados para hacer los cambios a la Constitución.
Mucho tendrá
que pensar sus afirmaciones el diputado electo y próximo coordinador de la
fracción priísta, Raymundo King de la Rosa, sobre la intención violenta del
Gobernador electo, Carlos Joaquín González, al haber hecho un llamado a la
Legislatura para no avalar las reformas presentadas por el Ejecutivo
saliente. No tendrá mayoría calificada y
su margen de negociación será más limitado.
Los tiempos cambian y con ello, también las formas. Tal vez aún no ha entendido que el PRI en
Quintana Roo será oposición.
Habrá que
esperar, entonces, a que el Congreso estatal sesione nuevamente y discuta los
temas pendientes. El malestar social no
se justifica cuando hay de por medio la violencia, pero tampoco se justifica la
premeditación y alevosía del Congreso por querer aprobar importantes reformas
en un tiempo muy corto. Deben saber que
la alternancia trajo consigo una mayor vigilancia de la opinión pública hacia
el trabajo de los servidores públicos de elección. Y de ella vendrán todavía más cambios, pero
dependerá mucho de los actores políticos que ocuparán el poder en los próximos
6 años.
Por lo
pronto, la batalla por cerrar los espacios legales que puedan afectar al
Gobernador saliente va a continuar. El Congreso
ha dado muestra muy clara de su subordinación al Ejecutivo estatal al igual que
los Ayuntamientos. Lo peor de todo esto
es que el ciudadano de a pie será el menos culpable pero el más afectado.
El tintero.
Manlio Fabio Beltrones presentó su renuncia a la dirigencia nacional del
PRI, tal como lo hizo Agustín Basave en el PRD.
Ambos obtuvieron resultados negativos para sus partidos. El primero perdió 7 de las 12 gubernaturas en
juego. El segundo, a pesar de haber ido
en alianza con el PAN, al momento de repartir las ganancias, sus créditos
fueron ínfimos.
El único que vive luna de miel es Ricardo Anaya, quien ha aprovechado
estas victorias para ganar puntos en la carrera presidencial. Por lo pronto, algunas encuestas ya ponen
arriba al joven Anaya frente a su principal competidora interna: Margarita
Zavala. Aún quedan dos años y todo puede
cambiar.
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