Pensamiento lateral
39 años y sin beneficios para todos
Por:
Miguel Á. Martínez Castillo (*)
Excava el pozo antes de
que tengas sed.
Proverbio chino.
Quintana Roo cumplió el pasado 8 de octubre, 39 años de edad como
entidad federativa y la riqueza que el pasado nos ha proporcionado es
invaluable, pues al leer y releer cada pasaje, cada personaje y cada momento,
nos da una retrospectiva digna de una novela histórica. Hablar de la historia de Quintana Roo no
alcanzaría en unos cuantos párrafos, pero creo, dada la coyuntura, que bien
vale hacer un diagnóstico breve de su devenir histórico.
Los 5 momentos históricos.
Hemos desarrollado, como sociedad, una cultura envidiable para cualquier
otra entidad del país, de prevención de desastres, en particular de fenómenos
meteorológicos. Pero, por otro lado, no
hemos generado una similar para otro tipo de desastres, como por ejemplo, los financieros. Somos hoy la segunda entidad con la mayor
deuda pública del país y la primera en deuda per cápita, pero lo peor es que
todavía no se ha legislado su limitación y control.
La historia de nuestra entidad está rodeada de diferentes situaciones, y
sin duda hay muchos de ellos importantes.
A manera personal, he seleccionado cinco momentos que destacaría: el primero, en 1902, cuando Porfirio
Díaz decidió crear el Territorio Federal para establecer un control político y
económico en la frontera con Belice, así como de la explotación de los vastos
recursos naturales que en ese entonces gozaba la hoy entidad, principalmente los
forestales. Su primer Jefe político,
José María de la Vega tuvo a bien únicamente establecer las divisiones
políticas del Territorio.
Entre 1903 y 1911, el Territorio fue sitio ideal de “descanso obligado”
para los opositores y presos políticos al régimen porfirista. La colonia penal “Cuerpo de Operarios” fue el
recinto ideal de exilio para los enemigos del gobierno. En ese mismo período, para 1903, se vivió la
primera elección como Territorio al conformar los ayuntamientos de Payo Obispo,
Bacalar, Xcalac, Campamento General Vega e Isla Mujeres. Durante este tiempo, el gobierno del
Territorio recaía en Ignacio Bravo.
El segundo momento fue en 1913, cuando el
Territorio desaparece por decisión de Venustiano Carranza, aunque para 1918 le
regresa el status, dejándole un poder político suficiente a Francisco May para
controlar la compra-venta de la producción chiclera del lugar. Durante ese período y hasta entrada la década
de los treinta, el desarrollo político del Territorio empezó a tomar forma: se
erigían Cozumel, Isla Mujeres y Payo Obispo como municipios libres. Asimismo, se llevarían a cabo estudios
políticos, económicos y administrativos para analizar la viabilidad de la
permanencia o no del Territorio.
El tercer momento fue en 1931, cuando por
segunda ocasión, el Territorio perdió su status legal y fue anexado a los
estados de Yucatán y Campeche, bajo el argumento de que no se reunían los
requisitos necesarios para su sobrevivencia, representando así una fuerte carga
a la federación. No pasaría mucho tiempo
cuando Lázaro Cárdenas, en un acto de campaña a la presidencia de la República,
se comprometió a regresarles a los habitantes el Territorio, cuestión que
formalizó en 1935 mediante decreto el 11 de enero. A partir de entonces, comenzó un proceso de crecimiento que tiempo
después sufriría un fuerte revés de la misma naturaleza: el huracán Janet.
Janet representó
un parte-aguas en la historia de lo que hoy es Quintana Roo. El cuarto
momento en la vida de Quintana Roo
fue precisamente la destrucción que generó este huracán de categoría 5 el 27 de
septiembre de 1955, porque eso daría
pie al proceso de reconstrucción: un sistema de urbanización, red de agua
potable y drenaje, un sistema de telefonía, infraestructura habitacional de
material, calles, luminarias, etc.
El quinto momento importante
en la historia de Quintana Roo lo
dividiría en dos espacios que sucedieron en la misma década: la primera fue el banderazo a la industria
turística que hoy nos ha dejado un beneficio incuantificable. Al inicio de la década de los setenta, el
entonces Territorio daría un giro en su actividad económica, mediante la
realización de los Centros Turísticos Integralmente Planeados (CTIP). Con ello nacería lo que en la actualidad
representa el destino turístico más importante del país: Cancún.
El segundo sería
propiamente la consumación de Quintana Roo como entidad. En 1974,
mediante decreto presidencial, terminaría la larga travesía de aventuras para
dar paso a una vida propia, libre y soberana.
Después del ‘74.
La historia contemporánea de Quintana Roo no es similar a la que tuvo
previo a su creación.
Desafortunadamente, está marcada más por sucesos derivados de escándalos
o malos manejos que por proezas. No iré
tan lejos. A excepción de los primeros
tres sexenios que sentaron las bases del crecimiento e infraestructura del
estado, fue a partir del gobierno de Mario Villanueva cuando Quintana Roo
empezó a aparecer en las notas nacionales.
Su vínculo con el narcotráfico, su confrontación política con Zedillo y
su actual proceso legal que sigue en Estados Unidos nos ponen en la lista de
entidades con gobernantes ligados al tráfico de droga.
Los gobiernos subsecuentes no se han quedado atrás. El legado de Joaquín Hendricks fue, además de
incrementar la deuda pública (todavía a niveles controlables), el de haber
erigido una mega escultura que hasta la actualidad, además de estar abandonada,
no se ha esclarecido el destino de los más de 120 millones de pesos que se
invirtieron ni tampoco el por qué nunca
se concluyó.
A ello agreguémosle el negocio millonario pero infructuoso de los
invernaderos que durante su sexenio se llevó a cabo y que terminó como un
proyecto fracasado más. El desastre no
podía ser mayor pero la naturaleza nos tenía preparada una lección más e hizo
sentir su presencia en 2005 a través de Wilma. No hay duda que es en los momentos cruciales
cuando la humanidad evoluciona. El
huracán no solo generó una mayor conciencia entre los ciudadanos sobre el
riesgo de seguir contaminando nuestro planeta sino que también despertó la
identidad hacia un espacio que eminentemente es lugar de residencia temporal
para muchos.
Los últimos 8 años de la vida de Quintana Roo han sido seriamente
difíciles. En el sexenio de Félix
González Canto por vez primera la oposición ocupaba la mayoría en el Congreso,
con lo que, teóricamente, tendrían contra la pared al Ejecutivo. La historia nos documenta que tal cosa nunca
sucedió. Lo que sí sucedió fue el
incremento en más de 1,000 por ciento de la deuda pública del estado: pasó de
1,200 millones de pesos a más de 11,000 millones. Equivalía al 162% de las participaciones
federales y a casi 600% de los ingresos propios.
Del sexenio actual hay mucho de donde escarbar. No sólo se ha incrementado sustancialmente la
deuda sino que se tuvo un proceso electoral excesivamente cuestionado, donde
los partidos de oposición coadyuvaron al generar un clima de confusión entre el
electorado. Pero de todo esto, creo que
es bueno destacar un elemento que está a punto de detonar. Es conocido que Chetumal depende en más de un
85% de los empleos que genera el gobierno, es decir, de la nómina
gubernamental. En las últimas semanas se
hizo una reestructuración de la administración pública que dio como resultado
la desaparición o fusión de varias dependencias estatales como INFOVIR, SEPLADER,
COESPO, Cultura, Procuraduría del Ambiente, entre otras, que está generando
como efecto inmediato el despido de miles de trabajadores.
No soy crítico de las políticas de austeridad ni de reingenierías administrativas si se trata de simplificar procesos
burocráticos o generar ahorros económicos.
Pero hasta hoy no se sabe con certeza cuántos despidos se harán, bajo
qué criterios o mecanismos se llevarán a cabo tales reducciones de personal, si
se consideró algún margen de edad promedio para hacer los recortes, cuánto
ahorro se generará para el estado, qué alternativas están considerando
implementar para amortiguar la ola importante de personas que se sumarán a la
población desocupada, entre otras interrogantes.
Y no es para poco. Analicemos por
qué. Supongamos que un empleado llega a
su lugar de trabajo y le comunican que esta será su última semana, por lo que
le solicitan que pase a cobrar su liquidación a recursos humanos. El trabajador pregunta por qué y –simple y
llanamente- le dicen que por recortes que el gobierno está haciendo. No le ofrecen alternativa ni lo consideran
para ser recontratado en área alguna. El
ahora ex empleado tiene deudas: está pagando su crédito de vivienda, se animó a
comprar un carro y aún le restan dos años de letras, tiene dos hijos que están
estudiando y tiene que pagar inscripciones, uniformes y útiles escolares. El mes pasado usó su tarjeta de crédito para
comprarle ropa a la familia y ahora está pensando qué hacer cuando lo den de
baja del ISSSTE o del Seguro Social. ¿A
dónde irá cuando él o alguien de su familia se enfermen?
Pero, ¿qué sucedería si, al llegar a casa, el ex trabajador le comunica
a su esposa que fue despedido y ésta le dice que también en su trabajo fue dada
de baja? Ella trabajaba en una
dependencia que fue desaparecida por el gobierno. Este es solo un ejemplo de la magnitud del
daño que puede generar una decisión sin buscar amortiguar la larga lista de
desempleados que buscarán acomodarse luego de prestar sus servicios 5, 10, 15,
20 ó 25 años. Así les pagaron.
Se habla, en vox populi, que
el número de desempleados supera los 3,000.
Y no vayamos muy lejos si se quiere analizar los efectos colaterales:
incremento de la tasa de desempleo, incremento del empleo informal, mayor
demanda en hospitales por problemas de salud, y desafortunadamente incremento
de robos y suicidios. ¿Dónde, si hoy existe
una clara dependencia hacia el gobierno en materia de empleo, encontrarán trabajo
las personas que hoy ya no tienen un ingreso? Esa pregunta es la que hasta hoy no he
logrado encontrar respuesta.
El tintero.
No hay duda que la situación económica en el país
sigue en descenso. La inflación reportada
en el mes de agosto pasado llegó a los 3.5%, que representa, comparativamente,
la tercera más alta de los países que conforman la OCDE, que en promedio fue
del 1.7%. Sólo Turquía (con 8.2%) e
Islandia (con 4.4%) superaron a México.
El Secretario de Hacienda Federal, Luis Videgaray
sostuvo esta semana una reunión con legisladores, gobernadores y empresarios de
las zonas fronterizas del país para discutir, entre otros temas, la
homologación del IVA al 16%. No hay duda
que en el norte se saben organizar para defender sus intereses. Por el lado del Sur del país, únicamente
representantes del sector empresarial estuvieron, según lo informó el periódico
El Universal. Me sigo preguntando ¿dónde
están los legisladores por Quintana Roo?
No estaría mal que desquiten un poco el alto precio que nos cuesta a los
contribuyentes sus salarios.
(*) Internacionalista,
analista político y comentarista en el programa radiofónico SIPSE Café del 95.3
de FM.
http://columnapensamiento.blogspot.mx/
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