Pensamiento lateral
El salario mínimo: lo mínimo, un salario digno.
Por:
Miguel Á. Martínez Castillo. (*)
Es difícil hacer que un hombre entienda algo cuando
su
salario depende de que no lo entienda.
El salario mínimo en México ha
sido foco –o tecnológicamente hablando, un trending
topic- de discusión entre los actores sociales, económicos y
políticos. La semana pasada, en mi
columna anterior (Salario mínimo, fiestas
privadas y leyes draconianas: el menú de 2015) hice referencia a la
propuesta que el Partido Acción Nacional (PAN) subió al escenario político, al
cual se ha agregado el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel
Mancera.
Pero tal vez este no ha sido el
mejor aliado que ha tenido la propuesta del PAN. A pesar que los escándalos –y más
recientemente en donde se vio involucrado al Diputado panista Luis Alberto
Villarreal- han logrado desviar la atención de la discusión, de nueva cuenta es
motivo de debate. Y pienso que es más de
carambola que de coordinación, que una figura de peso internacional haya dado
nueva difusión al tema laboral e, indirectamente, al salario mínimo. En una plática impartida en los Estados
Unidos, con motivo de la Conferencia Anual de la Asociación Católica de Líderes
Latinos, Carlos Slim hizo un nuevo llamado a la propuesta laboral que hace un
mes hizo pública: una jornada de 3 días a la semana de 11 horas, por 4 días de
descanso.
En su argumento, Slim considera
que las personas podrían dar un mejor rendimiento, tendrían mayor tiempo libre
para extender la creatividad o realizar actividades familiares, así como
también alargar la edad de retiro, que podría ser entre los 70 y 75 años. La propuesta, sin duda ha generado un amplio
debate entre analistas financieros y economistas, que encuentran beneficios y
riesgos como la que ha generado simultáneamente la propuesta del incremento al
salario mínimo.
Por su parte, el PAN propone un
aumento –gradualmente- al salario mínimo vigente de tal manera que se homologue
a lo que hoy a cada mexicano le cuesta una canasta básica ya que en los últimos
años, ha sido insuficiente y la realidad es que casi un 60% de la población
ocupada en el país vive de entre 1 y 3 salarios mínimos, frente a un 6.9% que
recibe más de 5 salarios mínimos en promedio.
Carlos Slim, el empresario más
exitoso de México y el hombre con la mayor cantidad de dinero en el mundo,
aplica un sistema similar en su empresa de telefonía –TELMEX- al que planteó
recientemente en Estados Unidos.
Aquellos trabajadores en edad de jubilarse pueden elegir de entre
retirarse o continuar trabajando pero 4 días a la semana con el mismo
salario. Michael Skapinker, un
reconocido columnista del Financial Times,
habló de la propuesta de Slim y ha dado su visto bueno. Sostiene que la calidad de vida de las
personas puede mejorar y que no necesariamente a mayor número de horas y días a
la semana de trabajo, signifique mayor rendimiento. En su experiencia, sostiene Skapinker, ha
dirigido a personal que no labora 5 días a la semana y los resultados de
rendimiento han sido incluso mayores a aquellos que trabajan de lunes a
viernes. De hecho, compara la propuesta
de Slim con el experimento que desea llevar a cabo el gobierno de Seúl con sus
trabajadores y que espera obtener mayores rendimientos: otorgarles siestas
vespertinas de entre 10 a 25 minutos en época de verano (en México ya llevamos
un largo tiempo de experiencia al respecto).
Contrariamente, los críticos de
esta propuesta sostienen que jornadas de 11 horas de trabajo serían excesivas, puesto
que actualmente hay personas que laboran más de 8 horas al día y su sueldo es
bajo. Incluso hasta los sábados deben
acudir a trabajar mediodía. Si el
trabajador se queja, simplemente es despedido y se contrata a otro. La demanda laboral es hoy por hoy, muy
superior a la oferta de empleos. De
igual manera, afirman que no podría aplicarse en todos los casos, puesto que
existen lugares donde el trabajo es de 24 horas –gasolineras, estaciones de
bomberos, policías, tiendas de servicio exprés, farmacias- o de horario
nocturno, lo que habría que establecer un criterio diferente.
No oculto que la propuesta de
Slim es atractiva y tentadora. El
beneficio que le encuentro es que los trabajadores podrán convivir más con sus
hijos, estar de cerca en el proceso de su crecimiento y vigilar más su desempeño
académico. Pero igual de interesante es
que tendrán tiempo para centrar su atención en los problemas del país y su
entorno inmediato. Imagínese que ante un
abuso del gobierno, la sociedad decida salir a la calle a protestar. No dudo que el número de gente crezca puesto
que podría ser en un día no laboral. El
ahorro familiar también tendría su beneficio, puesto que el consumo de gasolina
del auto disminuiría, los edificios públicos y de las empresas verían
disminuidos sus recibos de luz y de gasto corriente, e incluso, la gente podría
optar por tener un trabajo o autoemplearse medio tiempo en sus días libres para
ganar otro sueldo.
Pero las preguntas y dudas saltan
a la mesa: ¿qué pasará con los tradicionales puentes que ya son parte de nuestro haber diario? ¿Qué pasará con
las vacaciones? ¿Los maestros seguirán trabajando todos los días o la medida
solo aplicaría para las empresas y algunas áreas del gobierno? ¿Qué pasará con
los trámites oficiales que a muchos les urge tener, con los hospitales,
estaciones de bomberos y aquellos en donde se requiere que diariamente estén al
servicio? Ciertamente, el tema merece
debatirse y analizarse profundamente, puesto que sería difícil coexistir en un
mundo laboral en donde unos trabajen diario y otros solo 3 días a la semana y
ganen prácticamente lo mismo.
Por otro lado, el PAN, además de pretender
reconstruir su imagen ante la sociedad como un partido defensor de sus
intereses, logró poner en la agenda pública un tema que le ha granjeado la
atención de medios e incluso de la comunidad internacional. Su propuesta es básicamente aumentar el
salario mínimo y homologarlo al costo de una canasta básica. Para ello recurren a una explicación basada
en la fórmula que aplica el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (CONEVAL) para determinar el valor de la canasta alimentaria
(aquella que contiene los alimentos básicos) y la no alimentaria (como
transporte, educación, cuidados personales y del hogar, etc.).
De acuerdo a la información que
difunde, el salario mínimo –que está valorado en dos zonas, A y B- es de 67.29
y 63.67, respectivamente. La canasta
básica oscila entre los 1,482 y 2,314 pesos su valor, lo que hace insuficiente
el salario mínimo para cubrir los alimentos de primera necesidad. Con base en esto, sus defensores argumentan
que el alza al salario representaría un signo de justicia laboral para el
trabajador, dado que existe más de un 60% de trabajadores que viven con 1 y
hasta 3 salarios mínimos, así como también mejoraría la calidad de vida de millones
de familias y accederían, al fin, a la adquisición de una canasta básica
completa.
A esto hay que agregarle que la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) anunció que solo en
México es donde el salario mínimo ha perdido terreno frente a la calidad de
vida. De 1990 a 2014 ha caído en un
43%. En similar sentido se ha pronunciado
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), puesto que en 2013 solo
Honduras, Uruguay y Guatemala tuvieron crecimientos de su salario mínimo por
debajo de México en América Latina.
Los críticos, por su parte,
argumentan que un aumento de esta naturaleza generaría una negativa reacción en
cadena en la economía nacional, puesto que ello generaría que las empresas
incrementen sus costos finales para recuperar el gasto que realizarían en sus
nóminas. Básicamente, se generaría un
proceso inflacionario en los precios que en nada ayudaría a mejorar el nivel de
vida de las familias.
Ambas propuestas contienen
materia de debate. Pero creo que también
el debate debe centrarse en la distribución del salario de acuerdo al trabajo
que se desempeñe. Seguro de ello, uno de
los retos más importantes a cambiar será la brecha de la desigualdad salarial. Como dato comparativo, se puede exponer –y
por razones de espacio- dos ejemplos: los diputados y la Comisión Nacional de
Salarios Mínimos, órgano encargado de fijar el salario mínimo.
Los diputados perciben
mensualmente 74 mil pesos netos, más 45,786 pesos por el concepto de asistencia legislativa, y 28,772 para atención ciudadana. En total, cada diputado recibe 148,558 pesos
en efectivo, que son 4,952 pesos diariamente, que representa 74 veces el valor
del salario mínimo.
Del otro lado, aquellos
encargados de fijar el salario mínimo, en particular del Presidente de la
Comisión Nacional de Salarios Mínimos, Basilio González Nuñez, percibe
alrededor de 2 millones de pesos al año, que equivale al pago de 990 personas
con un salario mínimo.
Ambos ejemplos demuestran la gran
disparidad existente en la retribución de un trabajo y hasta indignantes si se
refiere a la Comisión de Salarios. Más
allá de una jornada de 11 horas o del aumento al salario mínimo, el problema de
fondo está en la equidad que debe otorgarse al trabajador como producto de las
utilidades obtenidas. Cadenas hoteleras
y de entretenimiento, restaurantes, tiendas departamentales, todas ellas
obtienen grandes utilidades que bien podrían –una parte de ellas- ser
distribuidas entre el personal que es quien a final de cuentas consigue hacer
la venta del producto.
Creo que también se puede empezar
por analizar la viabilidad de seguir usando el salario mínimo como referencia
de pago de multas o de créditos, pues actualmente en 145 leyes se usa como base
para tasar montos o presupuestos, como por ejemplo la Ley de Partidos
Políticos, que en su artículo 50 utiliza el salario mínimo para estimar los
presupuestos de los partidos. Imaginar
un alza al salario significaría un alza al presupuesto de los partidos
políticos. Por ello sostengo: es
necesario el debate para tomar la mejor decisión.
El tintero.
El Presidente de México no pudo elegir mejores entrevistadores para
hablar de las reformas que el Congreso acaba de aprobar. Encontró el lenguaje universal de ese pueblo
mexicano que diariamente sintoniza el programa que conduce Andrea Legarreta y
Raúl Araiza, quienes fueron invitados a Palacio Nacional para platicar de los
beneficios venideros. Lamentablemente,
cuando fue la entrevista, un servidor se encontraba escribiendo esta columna,
así que seré de los poco bendecidos de haber podido escucharla en vivo.
En Nuevo León entró una iniciativa al Congreso local que, de aprobarse,
permitiría a organizaciones criadoras de animales y la Federación Canófila
Mexicana, cortar las cuerdas vocales los
perros para que éstos no molesten con sus ladridos. Afortunadamente, existen personas con un
criterio humanista que han salido a defender y se han organizado para
recolectar firmas y evitar que el congreso apruebe una medida que me parece
totalmente fuera de todo sentido humano.
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