El origen de Pensamiento Lateral corresponde al que en su momento acuñó el escritor y psicólogo maltés, Edward de Bono, en su libro New think: the use of lateral thinking (Nuevo pensamiento: el uso del pensamiento lateral) publicado en 1967.

Este concepto, utilizado incluso en la psicología, se enfoca en la búsqueda de soluciones a problemas utilizando estrategias o caminos alternos a los que normalmente la lógica simple nos llevaría. Se vale de la creatividad al momento de evaluar y dar solución a los diversos obstáculos que se presentan. Esto permite encontrar otras formas de percibir las cosas, de analizarlas desde otro contexto, con un matiz innovador y propositivo a la vez.

La vinculación con el contenido de la columna permite una asociación interesante ya que lo que pretendo es presentar un análisis basándome en una temática alterna a lo que, mediante un pensamiento simple y lógico, nos llevaría por vías ya conocidas. Pensamiento Lateral busca, desde una perspectiva innovadora, generar debate, reflexión y proponer nuevos esquemas de solución a las problemáticas políticas, sociales y económicas de nuestro entorno.

Finalmente, en el contenido de la propia columna haré una adición a lo que normalmente comparto con ustedes: El tintero, que es un breve espacio en donde escribiré noticias o datos relevantes para el consumo personal.

miércoles, 20 de agosto de 2014

El salario mínimo: lo mínimo, un salario digno.

Pensamiento lateral
El salario mínimo: lo mínimo, un salario digno.
Por: Miguel Á. Martínez Castillo. (*)

Es difícil hacer que un hombre entienda algo cuando su 
salario depende de que no lo entienda.
Upton Sinclair (1878-1968). Novelista y escritor estadounidense.

El salario mínimo en México ha sido foco –o tecnológicamente hablando, un trending topic- de discusión entre los actores sociales, económicos y políticos.  La semana pasada, en mi columna anterior (Salario mínimo, fiestas privadas y leyes draconianas: el menú de 2015) hice referencia a la propuesta que el Partido Acción Nacional (PAN) subió al escenario político, al cual se ha agregado el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera. 

Pero tal vez este no ha sido el mejor aliado que ha tenido la propuesta del PAN.  A pesar que los escándalos –y más recientemente en donde se vio involucrado al Diputado panista Luis Alberto Villarreal- han logrado desviar la atención de la discusión, de nueva cuenta es motivo de debate.  Y pienso que es más de carambola que de coordinación, que una figura de peso internacional haya dado nueva difusión al tema laboral e, indirectamente, al salario mínimo.  En una plática impartida en los Estados Unidos, con motivo de la Conferencia Anual de la Asociación Católica de Líderes Latinos, Carlos Slim hizo un nuevo llamado a la propuesta laboral que hace un mes hizo pública: una jornada de 3 días a la semana de 11 horas, por 4 días de descanso.

En su argumento, Slim considera que las personas podrían dar un mejor rendimiento, tendrían mayor tiempo libre para extender la creatividad o realizar actividades familiares, así como también alargar la edad de retiro, que podría ser entre los 70 y 75 años.  La propuesta, sin duda ha generado un amplio debate entre analistas financieros y economistas, que encuentran beneficios y riesgos como la que ha generado simultáneamente la propuesta del incremento al salario mínimo. 

Por su parte, el PAN propone un aumento –gradualmente- al salario mínimo vigente de tal manera que se homologue a lo que hoy a cada mexicano le cuesta una canasta básica ya que en los últimos años, ha sido insuficiente y la realidad es que casi un 60% de la población ocupada en el país vive de entre 1 y 3 salarios mínimos, frente a un 6.9% que recibe más de 5 salarios mínimos en promedio.

Carlos Slim, el empresario más exitoso de México y el hombre con la mayor cantidad de dinero en el mundo, aplica un sistema similar en su empresa de telefonía –TELMEX- al que planteó recientemente en Estados Unidos.  Aquellos trabajadores en edad de jubilarse pueden elegir de entre retirarse o continuar trabajando pero 4 días a la semana con el mismo salario.  Michael Skapinker, un reconocido columnista del Financial Times, habló de la propuesta de Slim y ha dado su visto bueno.  Sostiene que la calidad de vida de las personas puede mejorar y que no necesariamente a mayor número de horas y días a la semana de trabajo, signifique mayor rendimiento.  En su experiencia, sostiene Skapinker, ha dirigido a personal que no labora 5 días a la semana y los resultados de rendimiento han sido incluso mayores a aquellos que trabajan de lunes a viernes.  De hecho, compara la propuesta de Slim con el experimento que desea llevar a cabo el gobierno de Seúl con sus trabajadores y que espera obtener mayores rendimientos: otorgarles siestas vespertinas de entre 10 a 25 minutos en época de verano (en México ya llevamos un largo tiempo de experiencia al respecto).

Contrariamente, los críticos de esta propuesta sostienen que jornadas de 11 horas de trabajo serían excesivas, puesto que actualmente hay personas que laboran más de 8 horas al día y su sueldo es bajo.  Incluso hasta los sábados deben acudir a trabajar mediodía.  Si el trabajador se queja, simplemente es despedido y se contrata a otro.  La demanda laboral es hoy por hoy, muy superior a la oferta de empleos.  De igual manera, afirman que no podría aplicarse en todos los casos, puesto que existen lugares donde el trabajo es de 24 horas –gasolineras, estaciones de bomberos, policías, tiendas de servicio exprés, farmacias- o de horario nocturno, lo que habría que establecer un criterio diferente.

No oculto que la propuesta de Slim es atractiva y tentadora.  El beneficio que le encuentro es que los trabajadores podrán convivir más con sus hijos, estar de cerca en el proceso de su crecimiento y vigilar más su desempeño académico.  Pero igual de interesante es que tendrán tiempo para centrar su atención en los problemas del país y su entorno inmediato.  Imagínese que ante un abuso del gobierno, la sociedad decida salir a la calle a protestar.  No dudo que el número de gente crezca puesto que podría ser en un día no laboral.  El ahorro familiar también tendría su beneficio, puesto que el consumo de gasolina del auto disminuiría, los edificios públicos y de las empresas verían disminuidos sus recibos de luz y de gasto corriente, e incluso, la gente podría optar por tener un trabajo o autoemplearse medio tiempo en sus días libres para ganar otro sueldo.

Pero las preguntas y dudas saltan a la mesa: ¿qué pasará con los tradicionales puentes que ya son parte de nuestro haber diario? ¿Qué pasará con las vacaciones? ¿Los maestros seguirán trabajando todos los días o la medida solo aplicaría para las empresas y algunas áreas del gobierno? ¿Qué pasará con los trámites oficiales que a muchos les urge tener, con los hospitales, estaciones de bomberos y aquellos en donde se requiere que diariamente estén al servicio?  Ciertamente, el tema merece debatirse y analizarse profundamente, puesto que sería difícil coexistir en un mundo laboral en donde unos trabajen diario y otros solo 3 días a la semana y ganen prácticamente lo mismo.

Por otro lado, el PAN, además de pretender reconstruir su imagen ante la sociedad como un partido defensor de sus intereses, logró poner en la agenda pública un tema que le ha granjeado la atención de medios e incluso de la comunidad internacional.  Su propuesta es básicamente aumentar el salario mínimo y homologarlo al costo de una canasta básica.  Para ello recurren a una explicación basada en la fórmula que aplica el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) para determinar el valor de la canasta alimentaria (aquella que contiene los alimentos básicos) y la no alimentaria (como transporte, educación, cuidados personales y del hogar, etc.).

De acuerdo a la información que difunde, el salario mínimo –que está valorado en dos zonas, A y B- es de 67.29 y 63.67, respectivamente.  La canasta básica oscila entre los 1,482 y 2,314 pesos su valor, lo que hace insuficiente el salario mínimo para cubrir los alimentos de primera necesidad.  Con base en esto, sus defensores argumentan que el alza al salario representaría un signo de justicia laboral para el trabajador, dado que existe más de un 60% de trabajadores que viven con 1 y hasta 3 salarios mínimos, así como también mejoraría la calidad de vida de millones de familias y accederían, al fin, a la adquisición de una canasta básica completa.

A esto hay que agregarle que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) anunció que solo en México es donde el salario mínimo ha perdido terreno frente a la calidad de vida.  De 1990 a 2014 ha caído en un 43%.  En similar sentido se ha pronunciado la Organización Internacional del Trabajo (OIT), puesto que en 2013 solo Honduras, Uruguay y Guatemala tuvieron crecimientos de su salario mínimo por debajo de México en América Latina.

Los críticos, por su parte, argumentan que un aumento de esta naturaleza generaría una negativa reacción en cadena en la economía nacional, puesto que ello generaría que las empresas incrementen sus costos finales para recuperar el gasto que realizarían en sus nóminas.  Básicamente, se generaría un proceso inflacionario en los precios que en nada ayudaría a mejorar el nivel de vida de las familias.

Ambas propuestas contienen materia de debate.  Pero creo que también el debate debe centrarse en la distribución del salario de acuerdo al trabajo que se desempeñe.  Seguro de ello, uno de los retos más importantes a cambiar será la brecha de la desigualdad salarial.  Como dato comparativo, se puede exponer –y por razones de espacio- dos ejemplos: los diputados y la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, órgano encargado de fijar el salario mínimo.

Los diputados perciben mensualmente 74 mil pesos netos, más 45,786 pesos por el concepto de asistencia legislativa, y 28,772 para atención ciudadana.  En total, cada diputado recibe 148,558 pesos en efectivo, que son 4,952 pesos diariamente, que representa 74 veces el valor del salario mínimo.

Del otro lado, aquellos encargados de fijar el salario mínimo, en particular del Presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, Basilio González Nuñez, percibe alrededor de 2 millones de pesos al año, que equivale al pago de 990 personas con un salario mínimo.

Ambos ejemplos demuestran la gran disparidad existente en la retribución de un trabajo y hasta indignantes si se refiere a la Comisión de Salarios.  Más allá de una jornada de 11 horas o del aumento al salario mínimo, el problema de fondo está en la equidad que debe otorgarse al trabajador como producto de las utilidades obtenidas.  Cadenas hoteleras y de entretenimiento, restaurantes, tiendas departamentales, todas ellas obtienen grandes utilidades que bien podrían –una parte de ellas- ser distribuidas entre el personal que es quien a final de cuentas consigue hacer la venta del producto.

Creo que también se puede empezar por analizar la viabilidad de seguir usando el salario mínimo como referencia de pago de multas o de créditos, pues actualmente en 145 leyes se usa como base para tasar montos o presupuestos, como por ejemplo la Ley de Partidos Políticos, que en su artículo 50 utiliza el salario mínimo para estimar los presupuestos de los partidos.  Imaginar un alza al salario significaría un alza al presupuesto de los partidos políticos.  Por ello sostengo: es necesario el debate para tomar la mejor decisión.


El tintero.

El Presidente de México no pudo elegir mejores entrevistadores para hablar de las reformas que el Congreso acaba de aprobar.  Encontró el lenguaje universal de ese pueblo mexicano que diariamente sintoniza el programa que conduce Andrea Legarreta y Raúl Araiza, quienes fueron invitados a Palacio Nacional para platicar de los beneficios venideros.  Lamentablemente, cuando fue la entrevista, un servidor se encontraba escribiendo esta columna, así que seré de los poco bendecidos de haber podido escucharla en vivo.

En Nuevo León entró una iniciativa al Congreso local que, de aprobarse, permitiría a organizaciones criadoras de animales y la Federación Canófila Mexicana, cortar las cuerdas vocales  los perros para que éstos no molesten con sus ladridos.  Afortunadamente, existen personas con un criterio humanista que han salido a defender y se han organizado para recolectar firmas y evitar que el congreso apruebe una medida que me parece totalmente fuera de todo sentido humano.



(*) Internacionalista, Maestro en Ciencias en Estudios en Relaciones Internacionales, investigador independiente y analista político. http://columnapensamiento.blogspot.mx/

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